jueves, 11 de diciembre de 2014

"DIARIO DE VIAJE 8: Huay Xai"

Una vez tramitado nuestro visado Lao, salimos de la estación hasta el centro de la ciudad, a unos 10 km aproximadamente. Compartimos nuestro songthaew (taxi tuk-tuk) con una simpática pareja de daneses (con los que volveríamos a coincidir durante nuestro viaje en varias ocasiones) y un jovencísimo chico inglés que iba a estar 6 meses viajando por Asia con una pequeñísima mochila como única compañera, antes, dijo, de ponerse a estudiar de nuevo. Sin duda, nos pareció un chico valiente y nos dio bastante envidia. “Ojalá pudiéramos estar seis meses viajando por Asia”, pensamos.  

Tailandia desde el otro lado del río Mekong.

Esa mañana, por desgracia, el frío nos seguía acompañando y al caer la noche iba a ser duro permanecer en la calle. Decidimos alojarnos en una guest house en la que la chica de recepción nos insistía en que debíamos pagar la estancia en moneda tailandesa. Nosotros, que ya disponíamos de unos cuantos millones (en LAKS) nos negamos y pagamos en la moneda de Laos. Ella, nos quiso devolver el cambio también en baths con lo que nos volvimos a negar ya que íbamos a salir perdiendo con el cambio. Así que, tras unos minutos de negociación finalmente cerramos el pago como tocaba. Supusimos que ellos hacen todo lo posible para ganar comisiones acosta del desconocimiento e inocencia de los viajeros. Una vez entramos en la habitación, vimos que únicamente había una fina sábana y una colcha (lo que venía siendo habitual al llegar a una guest house). Dado que hacía un frío que pelaba, le preguntamos a la chica si tenían mantas y dijo que no, que sólo había lo que estaba en la habitación. Tras insistirle (con señas) en que yo era muy friolera, la chica me dio la manta con la que se estaba tapando en la recepción y me dijo que me la dejaba por lo que le estuve muy agradecida. Recé por que el termo del agua caliente funcionara bien y, por esta vez, así fue.


Paseando por las calles de Huay Xai.

Durante todo el viaje nos pareció chocante que alcanzáramos temperaturas de casi 0 grados y que ningún hostal tuviera tan siquiera ropa de cama adecuada. Sin embargo, a medida que conocíamos el modo en el que vivían los laosianos, comprendíamos esa realidad. Sus propias casas no disponen de calefacción ni de nada parecido. Todas las casas suelen estar en el mismo lugar de sus negocios, establecimiento que permanece abierto siempre, sin puertas, sin ventanas, sin rejas, durante todo el día, con lo que todo el frío de la calle penetra en el lugar. Lo que hacen para entrar en calor, es encender unas pequeñas hogueras en las aceras dentro de una especie de macetero de obra alrededor del cual se sientan todos los integrantes de la familia. Eso es todo. No veíamos a la gente con mucha ropa de abrigo, la mayoría iban vestidos por la calle con pijamas falpados de colorines, incluso cuando te atendían en sus negocios o con sandalias con calcetines. Aquí, en Huay Xai, fuimos a cenar a un restaurante, que también era guest house y la propia casa de los dueños, en la que todos los integrantes de la familia iban vestidos en pijama sirviéndonos los platos. Nos resultó muy cómico ver al patriarca con una bata de su mujer y unas zapatillas de corazones sentado en una silla a nuestra llegada. En ese momento pensamos que este país nos iba a sorprender de muchas maneras.






Nuestro día en Huay Xai, lo dedicamos a cambiar de divisa, a recorrer la ciudad dando tranquilos paseos y a preparar el trayecto del día siguiente.
Notamos que esa pequeña ciudad tan cercana a Tailandia, se mostraba muy diferente a la de su vecina. Todo parecía mucho más austero y sus gentes más humildes pero todavía nos quedaba mucho por conocer y conocerles.
Al día siguiente nos íbamos a Luang Nam Tha, un poquito más al norte a pesar del frío que sabíamos que íbamos a pasar…

Comiendo y cerveceando en "Latsuly Restaurant", junto al río.


Aquí os dejamos el vídeo-resumen de nuestro paso por Huay Xai: https://www.youtube.com/watch?v=PUcf5gvhn0M



Más información….

- Habitación doble/noche en  “Thanormsudo Guest House” (en la calle principal pasado el BCEL BANQUE y antes de los embarcaderos): 70.000 LAK (6’36 €)

-Comida (2 personas) en “Latsuly Restaurant” (junto al río, en los embarcaderos): 81.0000 LAK (7’36€)

-Té + batido fruta + 2 pastelitos (sólo hay un lugar como este en toda la ciudad): 42.000 LAK (3’80 €)

-Cena en “guest  house y restaurante de la familia en pijama”: 110.000 LAK (10 €)

* No anotamos el nombre, pero está situado en la calle principal y si vais en invierno los reconoceréis…jejeje…





Tú, Yo Y El Mundo.

sábado, 13 de septiembre de 2014

"DIARIO DE VIAJE 7: Chiang Khong"

Llegamos a Chiang Khong después de casi seis horas de trayecto en aquel autobús rojo. Nos alejamos de la estación de autobuses (si es que se puede llamar así) en tuk-tuk hacia el centro de la ciudad. La urbe se expandía a los lados de una rectilínea calle principal (Sai Klang Road) repleta de pequeños negocios a cada lado.

Calle principal de Chiang Kong.


La ciudad de Chiang Khong se encuentra anclada en la orilla izquierda del gran río Mekong y desde ella puede atisbarse la ciudad de Huay Xai (Laos) a lo lejos. Resulta cautivador el hecho de ir paseando por sus calles y vislumbrar entre edificio y edificio, la estampa enmarcada de otro país. Te inunda una tremenda sensación de curiosidad el saber que únicamente el agua es la barrera física que los separa.


La ciudad de Huay Xai (Laos) al otro lado del Mekong.
                           
                                   

Esta ciudad es un lugar remoto en el que se respira tranquilidad y un ambiente ribereño, en el que el viajero suele estar de paso únicamente para cruzar la frontera hacia Laos. Nosotros también creemos que es así, aunque nos quedamos un par de noches para poder conocer esta pequeña ciudad. Tras pasear por sus calles, pudimos afirmar que Chiang Khong no tiene mucho que ofrecer pero sin embargo nos pareció que tenía su propio encanto.

                                        

                         

Cuanto más nos acercábamos al noroeste del país, más frío empezaba a hacer y dado que no llevábamos ropa de abrigo, que no había apenas tiendas de ropa y que las guest houses no tenían ropa de cama ni calefacción para esta época, empezamos a pasarlo mal...y esto sólo era el comienzo…Las temperaturas al amanecer y al anochecer caían en picado.

                         
 
                                           
                  
                         

Aunque parezca contradictorio, durante nuestras dos noches en esta pequeña urbe no pudimos descansar demasiado, a pesar de parecer tan tranquila... Nuestra habitación estaba muy próxima a unos corrales de gallinas que cacarareaban cada media hora y gallos que en lugar de cantar al amanecer, lo hacían cada hora de la madrugada. A eso hay que añadirle que los postes de luz de la calle, disponían de altavoces que dejaban escapar unas melodías y voces altísimas desde las 5 de la mañana (hora que al parecer empieza la vida en este lugar).

                      

                                             

En nuestro segundo día en Chiang Khong, acompañados de unas ojeras que nos llegaban hasta los pies, quisimos acercarnos al embarcadero para preguntar por las salidas de las barcas hacía el otro lado del río y así cruzar la frontera hacia Laos. Un militar muy amable y risueño (¡mmm...qué extraño!) nos reclamó su atención desde su cabina de control y se mostró muy orgulloso al enseñarnos con su móvil las fotos de la nueva estación aduanera para pasar la frontera. Nos explicó que recientemente se había inaugurado y  que ahora ya no se cruzaba con barca hasta el otro lado sino que se hacía con un autobús sobre un gran puente de hormigón. La moderna estación aduanera se halla a unos 10 km de la ciudad con lo que es necesario ir en tuk-tuk. No hay mucha opción en cuanto al regateo se refiere ya que todos los conductores de tuk tuk tienen un precio estipulado y no bajan de allí ya que no se hacen competencia unos a otros, así que no tuvimos más remedio que pagar el precio que nos exigían.

Así pues, el 18 de Diciembre ya estábamos listos para levantarnos temprano y poner rumbo hacia un nuevo país: Laos. Amanecimos ese día con nuestro corazón más agitado de lo normal, un gran sentimiento de excitación nos inundaba el alma. Qué ganas teníamos de poner nuestros pies en ese desconocido país.


Aquí os dejamos el vídeo-resumen de nuestro paso por Chiang Khong:https://www.youtube.com/watch?v=YMGs4vdPj1s



Más información…

-         Habitación Doble/Noche en “Baan Fai Guest House”: 300 THB (6’80€)

Baan Fai Guest House

-         Desayuno en “Baan Fai Guest House”: 40 THB/persona (0’90€)

-         Comida en restaurante típico (sin nombre) muy próximo a la Guest House: 55 THB/persona (1’25€) 

      * Recomendamos este lugar, comimos bien y barato.

Óscar leyendo la prensa local... (jeje)
                

-         Precio VISADO LAO: 35 $/persona (25’50 € aprox.)

* El visado se tramita a la llegada a la estación aduanera de Laos y debe pagarse en dólares americanos.





Tú, Yo Y El Mundo.

sábado, 29 de marzo de 2014

"DIARIO DE VIAJE 6: Chiang Rai"

El sábado por la mañana salimos muy temprano de Pai. Recordamos este trayecto como el más peligroso que hicimos en todo nuestro viaje  (y creed que ha habido bastantes momentos en los que hemos sufrido por nuestra integridad física yendo en un medio de transporte en este país). El conductor, era un hombre de mediana edad. Detrás de su “cara de chiste”, de su simpatía lunática y de sus exagerados ojos saltones, se escondía un auténtico conductor temerario (y mirad que en Tailandia se cuentan por miles). Empezamos el viaje moviéndonos por centenares de curvas cerradas entre una espesa niebla y completamente de noche pero parecía que a nuestro conductor no le importaba mucho. En lugar de moderar la velocidad y coger las curvas de la manera más cerrada posible, decidió utilizar ambos carriles (¡qué más da que la carretera fuera de doble sentido de circulación!) y serpentear por esa carretera lo más rápido posible. Tras salir de la zona más montañosa nos invadió un sentimiento de alivio porque pensamos que tal vez en ese momento podríamos por fin echar una cabezadita y no seguir con los ojos más abiertos que una lechuza y con el corazón a 1000 por hora. Sin embargo no fue así, nuestro “querido conductor”  siguió sin levantar el pie del acelerador y empezó a encadenar un adelantamiento peligroso con otro sin importarle las vidas que llevaba en su mano. A todo esto, hay que añadir que iba hablando solo todo el camino y se iba cabreando porque los demás coches iban a velocidades mucho más reducidas. Nos pareció curioso que los demás chicos y chicas con los que íbamos en la furgoneta parecieran estar tan tranquilos después de estar haciendo ese infernal trayecto hasta Chiang Rai. Después de unas 6 horas por fin llegamos aliviados a la ciudad. Ésta nos recibió bajo un cielo gris que pensamos que se disiparía al día siguiente y que dejaba caer, por el momento, unas finas gotas  de lluvia.  En cuanto llegamos nos pusimos en marcha a la búsqueda de una Guest House en la que instalarnos.

Habitación cómoda y limpia en "Orchids Guest House"
Chiang Rai es la provincia más septentrional de Tailandia que alberga una de las mayores diversidades étnicas del país debido a su contacto fronterizo con Mynmar y Laos y su proximidad con China.  La ciudad de Chiang Rai, que no es muy grande y que goza de un ambiente de lo más distendido, pasa desapercibida para muchos viajeros que viajan a Tailandia. Nosotros decidimos visitarla ya que nos pillaba de camino para ir hasta Chiang Khong.  A pesar de que también es visitada por bastantes turistas, durante nuestros paseos por la ciudad nos topamos con mucha población autóctona y prácticamente con ningún extranjero fuera de las zonas más turísticas y la verdad es que después de venir de un lugar como Pai, todavía nos parecía más tranquila. 

A lo lejos se vislumbra la Torre del Reloj.


Visitando el mercado de Chiang Rai.

Paseando bajo la lluvia...
Durante nuestros dos días en esta ciudad hizo muy mal tiempo con lo que no pudimos finalmente hacer ninguna  excursión interesante por sus alrededores.Nos hubiese gustado aprovechar que estábamos en Chiang Rai para poder visitar alguno de los pueblos con una rica diversidad étnica y bonitos paisajes como por ejemplo “Mae Salong” a una hora aproximadamente de la ciudad (¡otra vez será!). 


El mercado junto a otro de los relojes de la ciudad.

Una original guest house. 
Dedicamos nuestra estancia en Chiang Rai para conocer bien la ciudad y visitar uno de los templos más famosos “El Templo Blanco”  cuando la lluvia dio una “mini-tregua”.  El Templo Blanco (Wat Rong Khun, en tailandés) es un templo budista poco convencional perteneciente al arte contemporáneo y obra de Chalermchai Kositpipat, un famoso artista tailandés. Fue fundado en 1997 y todavía la mayoría de partes se encuentran en construcción.  Dicen que todo podría estar terminado dentro de 60 o 70 años. 

Se trata de una construcción que impacta al visitante. Todo él es de un blanco impoluto con una serie de detalles compuestos de pequeños cristales pegados, lo que provoca que el templo brille al reflejar la luz del sol. Dicen que el color blanco representa la pureza de Buda y la presencia de los cristales su sabiduría. Así pues, Buda es personificado como “la luz que brilla en el mundo y en el universo”.

El Templo Blanco.

Carpas Koi en el lago junto al templo.



En el exterior, al principio de la pasarela que lleva al templo,se halla un foso repleto de brazos de cemento blanco y algunas calaveras que simbolizan el sufrimiento humano. A medida que se sigue por la pasarela, dos figuras de guardias cuyo dedo señala al visitante representan la acusación de culpabilidad que sufren las personas. Según el artista, todo hombre debe pasar por algún tipo de sufrimiento antes de ir al cielo, que viene representado como el gran templo blanco, donde se consigue engendrar la pureza y la sabiduría humanas. En los jardines del templo también hallamos diversas esculturas no sólo del budismo sino también del hinduismo y otras figuras mitológicas. 

Brazos en el foso pidiendo misericordia.

Una de las tétricas cabezas colgantes en un árbol junto al templo.

A nosotros nos  resultó muy chocante que en un edificio de culto religioso como es el templo, albergara figuras de personajes como “Predator” o “Hellboy” o personajes pintados en murales dentro del templo de toda clase de películas, como “Kunfu Panda”, “Matrix”, “Star Wars”, “Avatar”, “Doraemon”, “Jack el destripador”o “Jabba el Hut”, entre otros. Una de las pinturas más impactantes fue la de las “Torres Gemelas de Nueva York" ardiendo y ver a “Bin Laden“ montado en un cohete. Todo aquello era como un gran comic que mezclaba lo tradicional con lo moderno de una manera extraña. La verdad es que no nos hubiésemos imaginado encontrar todo aquello y nos invadió una sensación rara. Alrededor de la pintura del demonio Maraque se halla en la pared de la entrada al templo, que en la religión budista simboliza a quién intentó evitar que buda alcanzara la iluminación, se hallan representados todos los males y miedos que asolan a la humanidad y todos aquellos falsos ídolos a los que adoramos (personajes ficticios como Superman o Goku). Él cree que el mundo está repleto de personas ignorantes, carentes de moral y/o llenas de maldad. Según declaraciones hechas por el autor, la finalidad de estos murales es la de dar a conocer que nuestro mundo está siendo aniquilado de manera cruel por muchos. Chalermchai Kositpipat dice que una vez la persona ha salido del templo y ha contemplado todos los males que están arruinando a la humanidad, podrá irse en paz bajo una inevitable reflexión.  

Resulta, sin duda, una de las construcciones religiosas más extrañas y controvertidas del país. Creemos que es algo digno de visitar aunque a mucha gente le parecerá estar visitando un parque temático en el que, por el momento, no se cobra entrada.

           (No mostramos ninguna foto del interior del templo ya que está prohibido). 

Cabeza colgante en un árbol del pesonaje de ficción "Hellboy"
Detalle en una verja del jardín. 

Escultura del personaje "Predator"
Además del templo blanco, existe otro edificio de culto religioso igual de emblemático; éste es el llamado “Templo Negro”, “Casa Negra” o “Museo Bandaam”. Se halla a 30 minutos del otro templo. Su apariencia dicen que es un tanto diabólica y en su interior se hallan pieles de animales disecadas y calaveras de algún animal. A nosotros, por supuesto, no nos hizo ninguna gracia puesto que no compartimos este tipo de “arte religioso” así que no tuvimos ningún interés en visitarlo.

Wat Phra Kaew. 


Wat Phra Singh.

Wat Phra Singh.

Wat Phra Kaew.

Lo que más nos gustó de Chiang Rai fue la belleza de sus templos y poderlos visitar sin presencia de ningún otro turista, pasear tranquilamente por sus calles visitando sus  genuinos mercados y mercadillos y de tomar un café sentados en alguna cafetería junto al reloj dorado viendo como pasan los coches. El Reloj Dorado o Torre Del Reloj es uno de los mayores emblemas de la ciudad, obra también de Chalermchai Kositpipat (el artista que fundó el templo blanco). La construcción se llevó a cabo para homenajear al Rey de Tailandia. El reloj se halla en la calle Jet Yot.


Torre del reloj.





Wat Phra Singh.

Wat Klang Wiang.

Wat Klang Wiang.

Wat Klang Wiang.

Puede que esta ciudad no tenga el encanto que tienen otras ciudades norteñas como Chiang Mai, pero si lo que se busca es tranquilidad e introducirse en la cultura tailandesa de una manera más auténtica, sin duda, se encontrará.  Ojalá podamos repetir destino y que el tiempo nos permita conocer sus alrededores.

El lunes por la mañana nos dirigimos ilusionados hacia Chiang Kong, nuestra última parada antes de cruzar hacia Laos. Desde esta ciudad fronteriza vislumbraríamos Huay Xai (Laos), al otro lado del río Mekong. 




Aquí tenéis nuestro vídeo-resumen de Chiang Rai: 


Más información…


-    -  Billetes de furgo a Chiang Rai: 500 THB/persona (11,36 €)


-  Noche hostal (Orchids Guest House): 500 THB (11,36 €)
               
* No fue una opción muy barata pero el primer sitio al que fuimos a preguntar “Baan Bua Guest House” (cerca de Orchids Guest House) no nos trataron nada bien así que preferimos estar más cómodos por dos días que íbamos a estar allí. La verdad que no tuvimos queja, fue todo perfecto.

- Comida en restaurante típico sin nombre: 120 THB (2’70 €).
  
* Era uno de esos restaurantes que están abiertos como si fuera un garaje grande y arriba tienen la casa. Tenía las pareces y el suelo de color verde y las mesas de azulejos blancos. La cocina estaba prácticamente en la calle. Sólo había gente autóctona comiendo. No tenía nombre o al menos, legible para nosotros. Creemos recordar que se encontraba en la calle "Phahonyothin"

- Comida en “Sawadee bar & restaurant”: 359 THB (8’15 €)

      
 - 2 Cafés en “Yoddoi coffee”: 100 THB (2’30 €)


 - Autobús al templo blanco: 40 THB (0’89 €)


* El ticket de autobús de línea no se puede reservar sino que hay que ir un rato antes. El servicio es regular hasta las 17:00h aproximadamente. Hay un gran cartel en el centro de la estación que indica qué números de autobús paran en el templo. Nosotros cogimos el autobús dirección Pha Yao. Para volver desde el templo, cogimos un songtaew (taxi tuk-tuk). Nos costó algo más (60 THB) pero así no tuvimos que esperar hasta que pasara de nuevo el autobús en medio de la carretera. 

Esperando a que saliera en bus hacia el Templo Blanco. 
                             


TÚ, YO Y EL MUNDO. 

viernes, 14 de marzo de 2014

"DIARIO DE VIAJE 5: Pai"

Pai es una pequeña ciudad-pueblo de menos de 2.300 habitantes que fue descubierto para los turistas en la década de los 80. En aquel entonces se inició una gran industria turística destinada a los viajeros más hippies donde músicos, pintores y otros artistas daban rienda suelta a su creatividad embriagados por la belleza de su paisaje y por su ambiente bohemio tan distendido. En 2005 unas grandes inundaciones devastaron Pai y tuvo que ser reconstruido por completo. Después de aquello, sus habitantes temieron perder el que había sido su principal fuente de ingresos durante más de 20 años. Sin embargo,  la población pudo rehacerse y en un par de años Pai volvió a ser la meca de los viajeros y tailandeses más “alternativos”, en busca de un tranquilo y encantador rincón en el bello norte de Tailandia.

Joven músico tocando el "didjeridu"
Pasando por uno de los puentes de bambú de Pai bajo la incesante lluvia...
La vida en esta remota y pequeña población se limita a dos o tres calles, que son las arterias principales del pueblo. Estas calles están plagadas de restaurantes, bares, guest houses, tiendas de ropa y otros productos artesanos (además de muchos turistas). Cada día, al caer la  noche, la calle Chaisongkhram se cierra al tráfico para poder llenarse de puestecitos callejeros de comida, artesanía, ropa... 

Puesto callejero de brochetas de setas y bacon (buenísimas)

En el pueblo se palpa un ambiente sosegado pero a la vez muy lleno de vida y alegría. Sin duda, estar en Pai, invita al viajero a conocer todos sus rincones dando largos paseos repletos de distracciones de todo tipo pero sin sentir para nada el agobio de zonas como la calle Khao San de Bangkok o los mercados y bazares nocturnos de Chiang Mai (por el momento). Aquí la gente vive y deja vivir y eso es de agradecer.



Pai, también alberga atractivos en sus alrededores. Hay unas fuentes termales (Tha Pai) a unos 7 km de la ciudad, una cascada a 8 km, poblados de las etnia lahu y lisu, un pueblo del KTM (pueblo de refugiados Chinos) a unos 4 km y un templo budista a unos 2 km que alberga una imagen sagrada de buda, entre otros. Nosotros íbamos a pasar un par de días en Pai con lo que decidimos conocer bien la ciudad y visitar uno de los templos enclavado en lo alto de una colina, el Wat Phra That Mae Yen.  La colina se hallaba a 1 km de Pai saliendo de la urbe por la calle Ratchadamnoen en dirección  Este. El trayecto suponía pasar por una pequeña aldea y subir 353 escalones hasta llegar al templo. También existe la posibilidad de ir hasta arriba en coche o en moto pero pensamos que así se pierde la  oportunidad de exprimir al máximo un buen momento que queremos que permanezca intacto en nuestro recuerdo. 

Durante el trayecto hasta el templo que se vislumbra a lo lejos.


Entrada al templo.
Una vez arriba, a pesar de que el mal tiempo que se había instalado desde hacía días en Pai no nos dejara disfrutar tanto del paisaje como debería, pudimos contemplar el bonito entorno en el que está situado Pai; un extenso valle rodeado de exuberantes montañas y campos de arroz y trigo. 

Vistas de Pai desde lo alto de la colina.

Subiendo los interminables escalones.



Subiendo todavía aún más, por detrás del edificio que alberga a un buda dorado tumbado, se sigue por un inclinado y estrecho camino de tierra hasta llegar a una imponente imagen de buda de color blanco, que se muestra pequeña  y remota desde lo bajo del valle. 

Óscar junto al buda reclinado.


La gran estatua blanca de Buda en la cima de la colina.


Sin duda, pensamos que al principio de que se iniciara el turismo en Pai, a principios de los 80, este pueblecito debió de ser uno de los mejores lugares en los que pasar una temporada en Tailandia, incluso más que las islas. Debía de ser un lugar de lo más genuino donde todavía se contemplara la bondad y la autenticidad de sus gentes sin apenas ver mucha gente que no fuera de origen tailandés.  Ahora, muy a nuestro pesar ya no es así; Pai es un lugar cada vez más visitado por todo tipo de turistas internacionales, muchos de ellos jóvenes en busca de juerga y  de drogas. Sin embargo, a pesar de ello, este pueblecito sigue sin parecerse todavía a ninguna de las islas turísticas del sur de Tailandia aunque tiempo al tiempo…




Hoy por hoy, la actividad turística no ha provocado la devastación de su entorno natural aunque sí ha iniciado cierta degradación. Por ahora sigue siendo un bonita y pequeña ciudad anclada en un valle rodeado de unas majestuosas montañas y abrigado por el río Mae Pai  (Mae Nam Pai en Tailandés); se trata de una bellísima postal. Nosotros esperamos que lleven a cabo una turismo sostenible de manera responsable tanto los empresarios como los turistas si desean que Pai no termine por entrar “en peligro de extinción”.

Esperando a la furgo a las 5 am.

Nuestros dos días en Pai fueron suficientes para poder disfrutar de su encantador ambiente. Debíamos poner rumbo hacia nuestra penúltima parada en el norte de Tailandia. La ciudad más norteña de Tailandia, Chiang Rai, nos esperaba bajo un cielo gris.

Aquí encontraréis nuestro vídeo-resumen: https://www.youtube.com/watch?v=tAX60naKABg


MÁS INFORMACIÓN…


- Billete de furgo a Pai (desde Mae Hong Son): 150 THB/persona (casi 3'50 €)

- Noche hostal en "Tayai's Guest House": 400 THB (9 €).

Lo mejor: guest house alejada del bullicio nocturno con bonitos jardines. 

Lo peor: soportar a los vecinos (cada casita contiene un par de habitaciones separadas por un fino muro) y el intenso olor a humedad. 


- Brocheta de setas y bacon (puesto callejero): 10 THB (0,22 €).

- Cena en "Amidos's Pizza Garden": 480 THB (10'80 €). 


- Cena en "No. 9@Pai" : 285 THB (6'50 €).



Amido's Pizza Garden junto a No. 9@Pai (ambos recomendables)

- Billetes furgo a Chiang Rai: 500 THB/persona (11'36 €).

* Los tramitamos en "AYA SERVICE" (Dirección: el 22/1 Moo 3 de la calle Chaisongkram de Pai). Tuvimos que comprar los billetes para realizar el trayecto en una furgo privada. Preguntamos a varias personas por un autobús o furgoneta pública hasta Chiang Rai pero todas nos contestaron que no existía (cosa que nos pareció muy rara...). El precio de los billetes nos pareció bastante abusivo en comparación con lo que veníamos pagando...



TÚ, YO Y EL MUNDO.